LA TUMBA DEL DIABLO


Cuando volamos hacia la muerte del cuerpo físico nos hacemos conscientes de que nos despojamos de una vestidura que nos abraza como un oso. Pero si dormimos plácidamente somos conscientes de que la experiencia del sueño diario es un sutil entrenamiento constante y eficaz para nuestra conciencia mortal en su viaje por este mundo.

Podemos utilizar el yoga del sueño para trabajar el contacto con el Ser que comanda nuestras vidas. Si no se conoce la técnica se puede suplir de una manera esquemática y transversal con meditación básica previa al momento de irnos a dormir. De esta manera el oxigeno captado en lo cotidiano de la vivencia real nos permite llegar a la esencia pura inherente de nuestra realidad y transportarlo hasta lo irreal de esta vida. 

Es fácil en esta situación dejarnos llevar por la asertividad de las esencias akáshicas despojándonos de la visión humana que va desde lo dual hasta lo dodecaedrico según el estado evolutivo de nuestro Ser, que al fin y al cabo es el único actor en este viaje. Si nos inundamos de la realidad al volver a esta vivencia virtual que nos absorbe en lo cotidiano volvemos a ser el caballero andante que controla la experiencia.

El camino que nos lleva hasta la Tumba del Diablo no nos debe preocupar pues hemos sido serpiente, aire, árbol y hasta otros seres humanos. Ahora vamos camino de ser soles y universos continuando la experiencia que precisa nuestro Ser. Comprenderlo con la mente limitada es difícil y puede producir o hilarante reacción de ignorancia o preocupante trastorno de identidad del que lo entiende. Lo mejor es acercarse a la Tumba del Diablo despojado de creencias religiosas, iniciaciones esotericas y demás carcasas disfrazadas de oso, pues lo cierto es que en la vida real todo eso no existe ni se necesita. Cuanto más liviano para seguir el viaje, mejor.

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