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Mostrando las entradas etiquetadas como MEDITAR

MAKARA

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La lanza doblada enlaza las físicas lentas con las espirituales serpientes del espacio anterior al nacimiento. La mayoría de los seres humanos se preocupan por lo que hay tras la muerte pero pocos intentan saber su origen cuando en realidad es más fácil recordar lo ya vivido que lo que ha de suceder. El descenso del alma forma parte del pacto existencial con el que individualizamos nuestro Ser para que siga su evolución. Como el mítico Prometeo ofrecemos el cuerpo al buitre para que día tras día sea consumido y regenerado eternamente como nos ocurre en esta virtualidad existencial sensible llamada vida con un fin que la mayoría de los mortales desconocen. La espiral primordial o principio de los remolinos nos empuja a una existencia llena de probaturas con un fin de armonización que la mente concreta no llega a comprender. Solo aquellos que han traspasado el velo de los moradores y han probado el fuego de los dioses se liberan de los corsés estigmatizados por corrientes d

LA TUMBA DEL DIABLO

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Cuando volamos hacia la muerte del cuerpo físico nos hacemos conscientes de que nos despojamos de una vestidura que nos abraza como un oso. Pero si dormimos plácidamente somos conscientes de que la experiencia del sueño diario es un sutil entrenamiento constante y eficaz para nuestra conciencia mortal en su viaje por este mundo. Podemos utilizar el yoga del sueño para trabajar el contacto con el Ser que comanda nuestras vidas. Si no se conoce la técnica se puede suplir de una manera esquemática y transversal con meditación básica previa al momento de irnos a dormir. De esta manera el oxigeno captado en lo cotidiano de la vivencia real nos permite llegar a la esencia pura inherente de nuestra realidad y transportarlo hasta lo irreal de esta vida.  Es fácil en esta situación dejarnos llevar por la asertividad de las esencias akáshicas despojándonos de la visión humana que va desde lo dual hasta lo dodecaedrico según el estado evolutivo de nuestro Ser, que al fin y al cabo es

EXPERIENCIA SUPRAFISICA

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Este fin de semana he estado en mi castillo disfrutando una vez más de la noche estrellada. Allí practico algunas meditaciones de experiencias extrasensoriales que en ciertas circunstancias se pueden realizar. Quiso el azar que un sapo pasara delante de mi posición estática invitándome a que le siguiera. La mejor manera de trabajar la mente en estas circunstancias es la de utilizar nuestra estructura cerebral más compleja y para ello debes introducirte en cierta parte del cerebro del animal que ocupas durante un tiempo limitado. Esta experiencia se puede hacer con otras estructuras como son los vegetales, minerales o soles. El sapo tenía una misión doble, por un lado buscaba comida y por el otro estaba atento a que algún depredador no diera cuenta de tan suculento plato. Yo aproveché la situación. Curiosamente en estas circunstancias nuestra limitada mente humana, mientras ocupa otro ser sintiente, consigue decodificar un volumen de información infinito. La noche estrella

EL AMOR DEL BUITRE

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Uno de mis maestros contemporáneos me está enseñando estos días aunque reconozco que con un alto precio de un sufrimiento propio. Me recordaba y es posible que a él también el simbolismo del pelicano que se auto inmola para dar comida a sus crías. A mi maestro no creo que le tenga que enseñar que ese símbolo a él le debería decir mucho y servirle cuando duele aunque se ame. Este juego de palabras es una premonición que el mismo interpretó. Mi seguimiento meditativo en la oscuridad de la noche me es compensado durante el día rodeado de buitres carroñeros que me recuerdan que si llegara a ser un buen budista esos compañeros y vecinos en mis horas de soledad deberían dar buena cuenta de mis despojos cuando mi corazón deje de latir. De momento me gusta observarles de cerca si se dejan o con prismáticos cuando me sobrevuelan. La noche y los buitres creo que es un buen comienzo cuando duele y se ama o quizás sea cuando se ama y duele.

ESPERANDO LA NOCHE

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      Estaba esperando la noche, al final la obscuridad era total. En la lejanía se veía algún vehículo circulando pero a medida que pasaba la noche los vehículos dejaron de pasar. Delante de mi castillo estaba posicionado observando los sonidos y un potente foco iluminaba el camino de acceso a mi posición.   Cuando había pasado bastante rato sin que ninguna luz de vehículo interrumpiera mi soledad apagué el foco para que la obscuridad me cubriera por completo. El cielo estaba estrellado y solo el sonido de los grillos parecía querer hacerme compañía. En ese momento sin seres humanos cerca de mi posición, en mitad del campo, sin luz, empecé a escuchar los sonidos de la noche hasta que se convirtieron en secundarios. Había llegado el momento de dejar aflorar sentimientos y pensamientos aunque las imaginaciones todavía poderosas pretendían hacerme ver y sentir lo inexistente. En mi mano el mando a distancia del potente foco que me devolvería la tranquili